sábado, 7 de noviembre de 2009

Introvertido o extrovertido

Explicación de las dos tipos de temperamentos básicos y sus características principales, de esa manera sabremos a cual pertenecemos, o cuanto de cada uno tenemos.


Introvertido: Es reservado en el trato social, pocas veces intima con las personas que considera superiores a el, habla sin consideración alguna de los sentimientos de los demás, llegado el caso, que el sea terriblemente sensible respecto a los suyos, es minucioso hasta la exageración, escribe mejor que habla cuando tiene que dar una explicación.
Es muy susceptible y receloso, no se le puede engañar con facilidad, se preocupa y angustia por todo, adelantándose a las penas y desgracias, generalmente es tímido y se desconcierta con facilidad, elige de un modo exigente todo cuanto se refiere a su persona (comidas, zapatos, ropas...).
Es sumamente cuidadoso, tanto de sus cosas como de las demás, aunque con los demás en menor proporción, generalmente no presta ni pide prestado, discute invariablemente y siempre quiere tener la razón, es su modo de defenderse para proteger tanto a ellos como sus opiniones.
Siempre busca escusa para no aceptar las invitaciones y cede generalmente, si se le insiste mucho, porque le gustan que le rueguen, le gusta trabajar en solitario, le molesta que lo miren cundo lo hace, les disgusta las ordenes y le gusta extraordinariamente cuando habla, hacerlo de sus problemas y preocupaciones.

Extrovertido: Le entusiasma el trato social, le gusta hablar con todo el mundo y acepta a cualquiera como amigo en cuanto le sea simpático, generalmente procura no herir los sentimientos ajenos y se encoge de hombro olvidando cuando le insultaron, le gusta mas hablar que escribir, no es susceptible y prefieren a las personas que con su trato con el llama a las cosas por su nombre.
No se preocupa mas que cuando el sentido común le indica que a llegado el momento de hacerlo, irradia confianza y optimismo que comunica a los demás, aun cuando el mismo no se siente seguro, no presta mucha importancia a las palabras, al contrario del grupo anterior, es despreocupado en todo lo que hace, incluso en su forma de vestir, claro esta, sin llegar a la dejadez.
No respeta ni es cuidadoso con sus cosas ni con las demás, se le puede pedir prestado cualquier cosa y no vacilara en dejártela, prefiere las discusiones largas, le encanta exponer sus ideas, pero sabe dar la razón a quienes la tienen, le agrada cooperar, acepta inmediatamente cualquier invitación, es mas, les gusta organizar las fiestas en la que satisface su inclinación a divertirse y a gozar de la compañía de los demás, le gusta trabajar en grupo, le es igual recibir las ordenes con o sin diplomacia, aunque naturalmente, le molesta lo segundo, su tendencia natural es rehuir las preocupaciones y problemas de la vida, pocas veces piensa en un mal paso, hasta después de haberlo hecho.
Como verán, es raro pertenecer a un grupo en exclusivo, normalmente, todos disponemos de una mezcla de los dos con un variable porcentaje.



 

 

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Sabidurías de Mathias Claudius


"No tengo oro ni plata mas lo que tengo te doy.

Querido hijo... lentamente se aproxima el tiempo en que debo emprender el camino que no tiene regreso. No puedo llevarte conmigo y te dejo en un mundo en el que los buenos consejos no salen sobrando. Nadie es sabio de nacimiento. Aquí el tiempo y la experiencia enseñan y limpian la conciencia; yo he observado el mundo más tiempo que tú.

Querido hijo, no todo lo que brilla es oro. He visto caer algunas estrellas del cielo y quebrarse muchos bastones en los cuales uno confiaba para poderse sostener, por eso, quiero darte algunos consejos y decirte lo que yo encontré y lo que el tiempo me ha enseñado. Nada es grande si no es bueno y nada es verídico si no perdura.

No te dejes engañar por la idea de que puedes aconsejarte solo y que conoces el camino por ti mismo. Este mundo material es para el hombre demasiado poco y el mundo invisible no lo percibe, no lo conoce, ahórrate pues, esfuerzos vanos, no te aflijas y ten conciencia de ti mismo.

Considérate demasiado bueno para obrar mal. No entregues tu corazón a cosas perecederas. La verdad querido hijo no es gobernada por nosotros sino que nosotros debemos ajustarnos a ella.

Ve lo que puedas ver y para ello usa tus propios ojos y con respecto a lo invisible y eterno atente a la palabra de Dios. Mantente fiel a la religión de tus padres.

No desconfíes de nadie tanto como de ti mismo; dentro de nosotros vive el juez que nos enseña y cuya voz es más importante para nosotros que el aplauso de todo el mundo y la sabiduría de los griegos y egipcios; hazte el propósito, hijo, de no actuar contra su voz y si algo piensas o intentas hacer póntelo primero en la mente y pídele concejo a tu juez interno; al principio, él hablará únicamente en forma muy suave balbuceando como una criatura inocente, sin embargo, si honras su inocencia soltará su lengua y te hablará en forma más perceptible.

Aprende con gusto de los demás y escucha con atención donde se hable de sabiduría, dicha humana, luz, libertad, virtud, pero no confíes inmediatamente en todo porque no todas las nubes llevan agua y existen diversos caminos para seguir. Hay quienes creen que dominan una materia porque hablan de ella; pero no es así hijo mío, no se tienen las cosas por poder hablar de ellas, palabras sólo son palabras y ten cuidado si fluyen en forma demasiado hábil y ligera, pues los caballos cuyos carros están cargados de mercaderías avanzan con pasos más lentos.

Nada esperes del trajín ni de los trajinantes y pásate de largo donde haya escándalo callejero.

Si alguien quiere enseñarte sabiduría, mírale la cara, si lo ves enorgullecido, déjalo, no hagas caso de sus enseñanzas por más famoso que sea.

Lo que uno no tiene no lo puede dar, y no es libre aquel que puede hacer lo que quiere sino que es libre aquel que puede hacer lo que debe hacer, y no es sabio el que cree que sabe sino el que se percató de su ignorancia y logró sobreponerse a la vanidad. Piensa con frecuencia en cosas sagradas y ten la seguridad que ello te traerá ventajas y así serás como la levadura que fermenta la masa del pan. No desprecies religión alguna puesto que están consagradas al espíritu y tú no sabes lo que pudiera estar oculto bajo apariencias insignificantes. Desdeñar algo es fácil, hijo, pero es mucho mejor comprenderlo.

No instruyas a otros hasta que tú seas instruido. Acógete a la verdad si puedes y gustosamente permite que te odien a causa de ella; sabe sin embargo, que si tus cosas no son cosas de verdad, cuida de no confundirlas puesto que de ser así vendrán sobre ti las consecuencias; simplemente haz el bien y no te preguntes por lo que de ello resulte. Quiere sólo una cosa y esa quiérela de corazón. Cuida de tu cuerpo pero no de tal manera como si fuera tu alma.

Obedece a la autoridad y deja que otros la discutan. Sé correcto con cualquier persona pero confíate difícilmente. No te mezcles en asuntos ajenos y los tuyos, arréglalos con diligencia. No adules a persona alguna y no te dejes adular. Honra a cada quien según su rango y deja que se avergüence si no se lo merece.

No quedes debiéndole a persona alguna, pero sé afable como si todos fueran tus acreedores. No quieras ser siempre generoso pero procura ser siempre justo. A nadie debes sacar canas, sin embargo, cuando obres con justicia no te preocupes por ellas. Desconfía de la gesticulación y procura que tus modales sean sencillos y correctos. Si tienes algo, ayuda y da con gusto, y no por ello te creas superior; y si nada tienes, ten a mano un trago de agua fresca y no por ello te creas menos.

No lastimes a doncella alguna y piensa que tu madre también lo fue.

No digas todo lo que sabes, pero siempre debes saber lo que dices. No te apoyes en algún grande. No te sientes donde se sientan los burlones porque ellos son los más miserables de todas las criaturas.

Respeta y sigue a los hombres piadosos, mas no a los santurrones. El hombre que tiene en su corazón verdadero temor a Dios es como el sol que brilla y calienta, aunque no hable. Haz lo que merezca recompensa, pero no pretendas obtenerla. Si tienes necesidades, quéjate ante ti mismo y ante nadie más.

Lo mejor que puedes dar a un enemigo es el perdón. A un oponente tolerancia. A un amigo, oídos. A tu hijo, buen ejemplo. A tu madre, una conducta que la haga sentirse siempre orgullosa de ti. A tu prójimo siempre caridad. A ti mismo, amor propio.

Cuando yo muera ciérrame los ojos; no me llores...

Ayuda y honra a tu madre mientras viva, y entiérrala junto a mí."

Poeta alemán Mathias Claudius, conocido como "Asmus", de 1775.