"Un alumno se dirige a un maestro Zen y le dice:
-He visitado a muchos maestros y he dejado muchos placeres. He ayunado, he sido célibe y he velado noches enteras para conseguir la iluminación. He abandonado todo lo que me han pedido que abandonase y he sufrido...pero la iluminación no me ha llegado, ¿que debo hacer?.
Maestro Zen: -Abandona el sufrimiento".
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"Cuando el maestro Ho-Chi-Zen decidió admitir alumnos, coloco un cuenco para donativos junto a la puerta. Sobre el cuenco de cobre había una nota que decía:
- Si deseas dar algo, hazlo antes de la clase.
Normalmente, Ho-Chi-Zen vigilaba para ver quien daba y quien no daba a la entrada. Al preguntarle su sirviente por que hacia esto, Ho-Chi-Zen explico:
-Al que contribuye tres veces consecutivas, le despido por excesiva credulidad".
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Un artista, deprimido y casi incapaz de pintar, consulto a Sam, un terapeuta orientado hacia el Zen, para que le ayudase a hacer frente a sus problemas. Le pregunto que le iba a costar la consulta y le explico que sus ingresos había disminuido desde que pintaba menos. Sam le dijo que su precio serian dos cuadros. El primero se titularía "desesperación" y tenia que estar acabado antes de empezar con la terapia; el segundo lo titularía "el artista" y debía de iniciarse al terminar la terapia.
El artista pinto "desesperación" y se lo presento a Sam, quien lo estuvo observando y luego lo lanzo al fuego.
El artista se marcho.
A los pocos días, volvió con el segundo cuadro.
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"En la búsqueda del Zen, Robert llego a un monasterio japonés en donde estuvo varios meses. Preguntándole al maestro repetidamente:
-¿Que es el Zen?.
Nunca obtuvo respuestas. Para mostrar su humildad estuvo limpiando los baños de la comunidad Zen. Pero al maestro no pareció impresionarle en lo mas mínimo, y eso lo humillo de tal manera que Robert se dio cuenta que si quería limpiar baños lo podía hacer en cualquier sitio, entonces decidió marcharse, fue a comunicárselo al maestro su decisión y este le contesto:
-Eso es Zen".
La búsqueda de nuestro interior