viernes, 11 de septiembre de 2009

Debo de ejercitar mis cualidades

Todos nacemos con una serie de capacidades congénitas que debemos desarrollar para alcanzar la mayor eficacia posible en la lucha por la vida.

Todo esfuerzo destinado al entrenamiento o desarrollo de nuestras cualidades personales, tanto físicas, mentales y espirituales nos conlleva a maravillosos resultados que la naturaleza nos ha dotados, disfrutando de beneficiosos aportes en salud, felicidad y paz.

 

Vida sedentaria

El ser humano debido a su vida sedentaria y rutinaria se ve mermadas dichas capacidades, la vida moderna, las prisas, el stress, estar mucho tiempo sentado, trabajos de oficinas, conductores, alimentación poco saludable, aire viciado o contaminado, un sin fin de etc...

Nos debemos en el deber, la obligación y la necesidad de enfocarse, de mejorarse y de desarrollar nuestras capacidades físicas como mentales, vivimos una vida antinatural por eso debemos de "esforzarnos" y mejorarnos por "acercarnos" a un estado lo mas natural posible, sin embargo, no todas nuestras capacidades disfruta del mismo nivel de excelencia, pero todos somos mucho mas capaces de rendir mucho mas de lo que nosotros creemos, solo utilizamos de un 5% a 10% de las posibilidades de nuestra mente.

Eficacia y rendimiento

El éxito en la vida, depende, en gran parte, de aprovechar y servirnos plenamente de nuestras cualidades, tanto física como mentales.

Todo trabajo o estudio que se emprende debe tener un objetivo bien definido, de esa manera es mas fácil trazar un camino porque se sabe lo que se quiere, y no hay nada mas absurdo que pretender lograr "algo", sin saber exactamente lo "que es", y esto que parece "chistoso" ocurre muy a menudo, muy pocos saben lo que quiere, la mayoría vamos deambulando por la vida, haciendo "cosas" pero sin rumbo fijo o meta predeterminada y esto es una gran perdida de tiempo y energías vitales.

Os recuerdo que no tenéis todo el tiempo del mundo, hasta que se os aclare las "ideas" y sepáis lo que queréis, la vida pasa rápido y el tiempo no espera.

 

Autodisciplina

Magnus Scheving